Antes se pensaba que al nacer, no hay moral alguna. Se creía que los bebés incluso podían matar a un animal pequeño. Existen experimentos muy bonitos como el realizado por Felix Warneken del laboratorio de estudios del desarrollo de la Universidad de Harvard que demuestran que esto no es correcto, y que, al menos algunos aspectos de la moralidad, como la empatía y la compasión, existen incluso en los niños más pequeños. Warneken hacía que se le cayera un bolígrafo al suelo y se colocaba de forma que no podía alcanzarlo, pero el bebé sí. Si gateaba por la habitación podía alcanzarlo y devolvérselo al experimentador. Demostró que incluso bebés de 14 meses se subían a los cojines, cogían el bolígrafo y se lo devolvían. En cambio, no lo hacían si Warneken lo había tirado voluntariamente. Se trata de un claro ejemplo de altruísmo.
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