La mayoría de las ideas fundamentales de la ciencia son esencialmente sencillas y, por regla general pueden ser expresadas en un lenguaje comprensible para todos.
Albert Einstein.
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Bunostegos akokanensis, el reptil desértico de cabeza bulbosa


Esta extraña criatura ha sido bautizada como Bunostegos akokanensis, pertenece a la familia de los Pareiasáuridos, unos grandes herbívoros que vivieron su apogeo durante el Pérmico Medio y Superior (hace entre 266 y 252 ma).
Los fósiles que han sido desenterrados en los últimos años en diversos lugares del mundo han revelado que los pareiasáuridos podían llegar a medir hasta tres metros de longitud y a pesar más de media tonelada. Pese a su gran tamaño, su cabeza era proporcionalmente muy pequeña y solía estar recubierta de bultos.
"Imaginen un reptil herbívoro del tamaño de una vaca con un cráneo con protuberancias y una armadura ósea en su espalda". Así describe la paleontóloga Linda Tsuji el aspecto que debía tener el espectacular animal del que han desenterrado fósiles craneales en el norte de Níger y cuyas características describen esta semana en la revista Journal of Vertebrate Paleontology.
No obstante, lo destacable de este descubrimiento es que respalda la teoria de un gran desierto central en el continente de Pangea. “Nuestro trabajo respalda la teoría de que el centro de Pangea estaba aislado climatológicamente, permitiendo a una fauna única que persistiera hasta el Pérmico superior", señala Christian Sidor, coautor del estudio.

El milpiés gigante



Arthropleura, posiblemente el Artrópodo más grande que ha pisado nunca la Tierra. Vivió en el Carbonífero (hace unos 360 ma). Su desarrollo fue posible gracias a los elevados niveles de oxígeno de aquella atmósfera.

El plumaje de Archeopterix era blanco y negro


En un estudio, publicado en Journal of Analytical Atomic Spectrometry, se han analizado exhaustivamente mediante rayos X los melanosomas (estructuras microscópicas que contienen el pigmento) de una pluma de Archaeopteryx. El estudio muestra que le plumaje de Archeopterix seguía un patrón en blanco y negro.

La cara típicamente "humana" apareció hace un 900.000 años


Homo antecessor tenía ya, al igual que nosotros, una cara plana de la que sobresale la nariz. Técnicamente se conoce como una cara ortognata. De hecho, según el antropólogo Timothy Bromage, de la Universidad de Nueva York, si el niño de 11 años al que perteneció el maxilar estudiado, se paseara por el metro, apenas nos llamaría la atención su cara. Parece que el chico fue asesinado por una tribu rival, cuyos miembros, cortaron su carne una vez muerto y se la comieron.
Para descubrirlo, el equipo, formado por científicos americanos y españoles entre los que se incluyen los co-directores de Atapuerca, han estudiado una pequeña zona ósea de la nariz en la que, a esa edad, en nuestra especie, predomina la resorción ósea (eliminación de hueso). Esto mismo sucede en restos encontrados en el estrato TD6 de la Gran Dolina, pertenecientes a un individuo que vivió hace 900.000 años. No obstante, esta zona de eliminación ósea está ausente en el Niño de Nariokotome, un fósil catalogado como Homo ergaster, que vivió 600.000 años antes en el Lago Turkana, en Kenia.

La gallina y el velocirraptor

Arriba: cráneo de Alligator juvenil y de Alligator adulto. Medio: cráneo de Coelophysis juvenil y de Coelophysis adulto. Abajo: cráneo de Archaeopteryx juvenil y de Archaeopteryx adulto. Imagen: UAM.
¿Quién no recuerda aquella escena de Parque Jurásico en la que Sam Neil afirma que los velocirraptores tienen mayor grado de parentesco con las aves actuales que con los reptiles? Pues bien un estudio recientemente publicado en Nature y en el que han colaborado científicos de la Universidad Autónoma de Madrid refuerza una vez más los sorprendentes argumentos del intrépido doctor Grant.
En dicho estudio se afirma que la forma del cráneo de nuestras aves es una versión adulta de los cráneos juveniles de Terópodos (entre los que se encuentran los famosos velocirraptores), fenómeno que se conoce como pedomorfosis. De esta forma, este tipo de cráneo surgió a través de una secuencia de episodios asociados al acortamiento de las trayectorias de crecimiento de los Terópodos.
Para llegar a esta conclusión se han usado datos morfométricos de la muestra más completa recogida hasta la fechas de embriones juveniles y adultos de dinosaurios.
Se ha observado que las características aviares son el resultado de 4 episodios sucesivos de acortamiento del crecimiento en Terópodos. Esto explica también que los Terópodos tuvieran períodos mayores de crecimiento que sus descendientes, las aves.
Los dos primeros episodios; la reducción de talla y el desarrollo cefálico fueron claves en el proceso evolutivo que configuró el control mecánico y neuronal necesario para volar.
Por tanto, este estudio supone un nuevo argumento que refuerza la creencia de que las aves son dinosaurios. 

Los embriones de dinosaurio más antiguos jamás descubiertos

Esqueleto de Massospondylus del Museo de Historia Natural de Londres.
 A lo largo de su carrera, los paleontólogos no sólo encuentran huesos fosilizados, es verdad que es el material de estudio más común para estos científicos, sin embargo, también encuentran heces, huevos, pelo, madera, plumas... o como en este caso, embriones completos. Se trata de los embriones de dinosaurio más antiguos jamás encontrados, y pertenecen a la familia de los Massospondylus, una especie de prosaurópodo, antepasado de los herbívoros gigantes, que estuvieron a punto de nacer en el Jurásico, hace 190 millones de años. Fueron encontrados en el sur de África, dentro de su huevo, muy bien conservados, por un equipo de científicos de la Universidad de Toronto Mississauga. LA publicación aparece en Journal of Vertebrate Paleontology.
Los huevos estaban a punto de romperse. El aspecto de estos embriones es muy diferente al de los adultos de esta misma especie; tienen grandes cabezas y pequeños cuellos, y al contrario que sus parientes adultos, caminaban sobre sus cuatro patitas. Este modelo sugiere, que su cuellos y sus extremidades traseras crecían mucho más rápido que su cabeza y sus patas delanteras.
Cría de Massospondylus.