La mayoría de las ideas fundamentales de la ciencia son esencialmente sencillas y, por regla general pueden ser expresadas en un lenguaje comprensible para todos.
Albert Einstein.

Las mentiras sobre la energía eólica

Los políticos del mundo desarrollado admiten el cambio climático, pero da la impresión de que sus políticas siguen siendo las del siglo XX, basadas en los consejos de grupos de presión verdes y en los de la comunidad empresarial, que ve enormes ganancias a corto plazo en los programas energéticos subvencionados. Se diría que rara vez actúan siguiendo las recomendaciones de sus consejeros científicos. Mientras que Francia e Inglaterra siguen adelante con sus programas para construir y mejorar nuevas centrales nucleares, en España seguimos empeñados en llenar nuestros montes de estos horribles artilugios.
Espero que el movimiento verde y sus abogados cejen en su equivocada oposición a la energía nuclear. Es irracional en su mayor parte, y se basa en una insostenible concatenación de errores y desinformación. Es absurdo pensar que se puede alterar la respuesta de la Tierra a nuestro favor usando energía solar fotovoltáica o energía eólica. 
Para un parque eólico de 20 turbinas de 1 MW se necesitan unas 10.000 toneladas de hormigón. Se requerirían 200 parques eólicos de estas características, que cubrirían un área considerable, para igualar la constante producción de energía de una sola central térmica de carbón o de una central nuclear. Aún más absurdo es que habría que construir una central nuclear o una térmica de carbón de tamaño estándar por cada uno de esos gigantescos parques eólicos para secundar las turbinas durante el 75% del tiempo en que el viento fuera demasiado fuerte o demasiado débil. Además, para construir un parque eólico de 1 GW se emplearía suficiente cantidad de hormigón, dos millones de toneladas, como para construir una ciudad en la que podrían vivir 100.000 personas en 30.000 casas. Al hacer y utilizar esa cantidad de hormigón se liberaría alrededor de un millón de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera.
No nos engañemos, el hecho de que cerremos nuestras centrales nucleares, no nos hace independientes de la energía nuclear, sólo sirve para aumentar cada año nuestro recibo de la luz, debido a la constante necesidad de España de comprar energía de más allá de los Pirineos, producida por cierto por modernas centrales nucleares francesas.

Tomado de "La Tierra se Agota" de James Lovelock.

La bioquímica del beso

Mañana es San Valentin, el día en el que todo el mundo habla de amor y besos, así que yo no voy a ser menos, eso sí, desde un punto de vista científico. El propio Darwin en su obra La Expresión de las Emociones en el Hombre, llegó a la conclusión de que el impulso de besar es "innato y quizás hereditario en nuestra especie". Pese a que algunos antropólogos han cuestionado esta teoría basándose en el hecho de que el 10% de las culturas humanas no se besan, el péndulo del tiempo ha terminado oscilando hacia el lado de Darwin. Pero, ¿por qué nos besamos? ¿qué reacciones químicas están implicadas y cuál es el papel del cerebro?
Un beso (si se da correctamente) envía sensaciones al sistema límbico del cerebro, asociado al amor, la pasión y la lujuria, lo que provoca una descarga de neurotransmisores y hormonas, que causa un subidón natural en las dos personas estimulando los centros del placer del cerebro. La sensación tiene mucho que ver con un neurotransmisor llamado dopamina, una especie de droga natural asociada con el deseo y con las expectativas de placer.
La dopamina puede llegar a tener el efecto estimulante de una raya de cocaína, pues actúa en la misma parte del cerebro. Un primer beso con la persona adecuada puede desatar sentimientos de euforia, haciéndonos sentir "en una nube". Otra sustancia más familiar también tiene un importante papel durante el beso, se trata de la adrenalina. La adrenalina mejora nuestro ritmo cardíaco, reduce el estrés, nos hace sudar, refuerza la experiencia, y nos prepara para el contacto físico. Así mismo, la serotonina regula nuestras emociones y la transmisión de información al cerebro, también puede causar pensamientos obsesivos sobre la otra persona. Alguien que acaba de enamorarse tiene los niveles de serotonina comparables a los de un obsesivo-compulsivo.
No obstante, cuando estas hormonas, más asociadas a la novedad del primer beso, empiezan a descender, la oxitocina se convierte en la única garantía de éxito de la pareja ya que potencia el vínculo maternal.
Por otro lado, los labios constituyen la parte del cuerpo que más información envía al cerebro, gracias a sus numerosas terminaciones nerviosas. Un leve estímulo en ellos activa una parte del cerebro mayor que un estímulo sexual genital.
En el mundo animal también encontramos comportamientos de este tipo que pueden interpretarse como señales de afecto; los alces y las ardillas frotan sus narices, los manatíes se mordisquean cariñosamente, las tortugas se dan golpecitos en la cabeza, los gatos se chupan, los perros se olisquean, los elefantes se exploran con las trompas, las jirafas enlazan sus largos cuellos e incluso se puede ver a las hembras de bonobo poner morritos a los machos para recibir cariñosos besos en los labios.

Lucy in the Sky with Diamonds

AL-288-1 es el nombre verdadero de este maravilloso esqueleto de Australopithecus afarensis, a día de hoy el más completo de su especie. No obstante aquella noche de 1974, mientras el equipo de Donald Johanson celebraba el descubrimiento en las inmediaciones del yacimiento en Hadar, Etiopía, sonaba Lucy in the Sky with Diamonds, de The Beatles, por lo que finalmente pasaría a ser conocido como Lucy. Un nombre mucho más cariñoso y personal para un fósil de increíble importancia en el estudio de la evolución humana. El gran debate que ha provocado siempre Lucy en la comunidad científica es si realmente era un animal bípedo o pasaba buena parte de su vida en las ramas de los árboles. Pues bien, parece ser que un pequeño hueso del pie encontrado por el propio Johanson en el yacimiento 333 de Hadar ha resuelto el dilema. El hallazgo, publicado en la revista Science, certifica que efectivamente los Autralopithecus afarensis eran bípedos.
¿Cómo puede un pequeño hueso del pie asegurarnos categóricamente que el animal podía caminar sobre sus extremidades posteriores? Se trata del cuarto metatarso del pie izquierdo de un individuo de la misma especie que Lucy (3,2 millones de años) y que presenta la misma curvatura que encontramos en los primeros homínidos bípedos, así como en nuestros propios pies. Una de las claves evolutivas clave para la locomoción bípeda es el desarrollo de arcos permanentes en los pies. Esto permite la absorción de impactos durante la locomoción y aporta la flexibilidad necesaria para caminar o correr a diferentes velocidades. Aunque la anatomía de estos animales apuntaba claramente a una locomoción bípeda, hasta ahora, sólo contábamos con una prueba que apuntara a ello, y no se trataba de ningún hueso fosilizado, sino de las famosas huellas (llamadas icnitas) de Laetoli, en Tanzania, con unos 3,7 millones de años de antigüedad; las huellas dejadas por 3 individuos (¿madre, padre e hijo?) sobre las cenizas de un volcán.

Una colisión en la constelación de la Ballena

La fotografía anterior fue tomada con la ayuda del Telescopio Espacial Chandra de Rayos X, y del Hubble. En ella podemos ver un espectacular anillo que forma parte del sistema Arp 147 de dos galaxias en interacción. Dicho sistema se encuentra a 430 millones de años luz de distancia, en la constelación de la Ballena, y contiene los restos de la colisión entre una galaxia elíptica y otra espiral. Ello provocó una onda expansiva de formación de estrellas masivas que aparecen en colores azules.
En color rojo, aparece otra galaxia anular y alargada. Igualmente en color rojo, aparece una estrella brillante mucho más cercana a nuestra galaxia, y finalmente, un cuásar, en blanco y rosa en la esquina superior izquierda.

La cigüeña gigante

Se trata de un nuevo ejemplo del fenómeno conocido como gigantismo insular. También existe el fenómeno divergente de enanismo insular. Se trata en cualquier caso de un fenómeno de especiación alopátrida (por aislamiento geográfico) de animales que colonizan islas apartadas. Las especies crecen paulatinamente con el tiempo. Las causas son diversas, entre ellas hay que destacar la ausencia de depredadores y competidores así como la presencia de presas grandes.
Leptoptilus robustus habitó la Isla de Flores, en Indonesia hace entre 20.000 y 50.000 años. Convivió por tanto con Homo floresiensis, apodado "el hobbit" debido a su baja estatura que recuerda a las criaturas descritas en la obra de Tolkien. Medía casi 2 metros de altura y pesaba unos 16 kg. El estudio ha sido publicado en Zoological Journal of the Linnean Society. Se han hallado muy pocos fósiles de aves en estas islas. Leptoptilus se extinguió a finales del Pleistoceno (unos 12.000 años atrás).

Encédalo: el satélite efervescente

En 2005, los geofísicos de la NASA no esperaban encontrar nada interesante en Encédalo, una diminuta luna situada a las afueras de los anillos de Saturno. Pero después de que la la sonda Cassini sobrevolara su superficie helada, los investigadores se quedaron sin aliento al ver que estaba repleta de penachos de vapor de agua, partículas de hielo y compuestos orgánicos que salían disparados de unas fisuras abiertas en su caparazón congelado. Para algunos esta es la prueba de la existencia de una gran masa de agua subterránea. Pero aun hay más, las mediciones térmicas comprobaron que algunas fisuras alcanzaban temperaturas elevadísimas (hasta 120º Farhenheit). En palabras de Dennis Matson del laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, "esta alta temperatura tiene que ser de origen volcánico. El calor debe fluir desde el interior, suficiente para fundir parte del hielo subterráneo y crear unas balsas de agua". Pero, ¿cómo el contenido de un océano cubierto por una corteza de hielo de hasta decenas de kilómetros de espesor puede alcanzar la superficie?, "¿nunca te has mojado cuando has abierto una lata de refresco?" contesta Matson. El modelo que proponen él y sus colegas es que los gases disueltos en las aguas profundas forman burbujas. Puesto que la densidad de este agua efervescente es menor que la del hielo, el líquido asciende rápidamente a través del hielo hacia la superficie.
Queda una última pregunta, ¿cómo se calienta esta pequeña roca?, los científicos creen que puede tratarse de lo que se llama calentamiento por marea, la fuerza de atracción de Saturno, que incluso provoca que la forma de Encédalo cambie ligeramente a medida que orbita, provoca fricciones internas que animan la actividad volcánica.