Mañana es San Valentin, el día en el que todo el mundo habla de amor y besos, así que yo no voy a ser menos, eso sí, desde un punto de vista científico. El propio Darwin en su obra La Expresión de las Emociones en el Hombre, llegó a la conclusión de que el impulso de besar es "innato y quizás hereditario en nuestra especie". Pese a que algunos antropólogos han cuestionado esta teoría basándose en el hecho de que el 10% de las culturas humanas no se besan, el péndulo del tiempo ha terminado oscilando hacia el lado de Darwin. Pero, ¿por qué nos besamos? ¿qué reacciones químicas están implicadas y cuál es el papel del cerebro?
Un beso (si se da correctamente) envía sensaciones al sistema límbico del cerebro, asociado al amor, la pasión y la lujuria, lo que provoca una descarga de neurotransmisores y hormonas, que causa un subidón natural en las dos personas estimulando los centros del placer del cerebro. La sensación tiene mucho que ver con un neurotransmisor llamado dopamina, una especie de droga natural asociada con el deseo y con las expectativas de placer.
La dopamina puede llegar a tener el efecto estimulante de una raya de cocaína, pues actúa en la misma parte del cerebro. Un primer beso con la persona adecuada puede desatar sentimientos de euforia, haciéndonos sentir "en una nube". Otra sustancia más familiar también tiene un importante papel durante el beso, se trata de la adrenalina. La adrenalina mejora nuestro ritmo cardíaco, reduce el estrés, nos hace sudar, refuerza la experiencia, y nos prepara para el contacto físico. Así mismo, la serotonina regula nuestras emociones y la transmisión de información al cerebro, también puede causar pensamientos obsesivos sobre la otra persona. Alguien que acaba de enamorarse tiene los niveles de serotonina comparables a los de un obsesivo-compulsivo.
No obstante, cuando estas hormonas, más asociadas a la novedad del primer beso, empiezan a descender, la oxitocina se convierte en la única garantía de éxito de la pareja ya que potencia el vínculo maternal.
Por otro lado, los labios constituyen la parte del cuerpo que más información envía al cerebro, gracias a sus numerosas terminaciones nerviosas. Un leve estímulo en ellos activa una parte del cerebro mayor que un estímulo sexual genital.
En el mundo animal también encontramos comportamientos de este tipo que pueden interpretarse como señales de afecto; los alces y las ardillas frotan sus narices, los manatíes se mordisquean cariñosamente, las tortugas se dan golpecitos en la cabeza, los gatos se chupan, los perros se olisquean, los elefantes se exploran con las trompas, las jirafas enlazan sus largos cuellos e incluso se puede ver a las hembras de bonobo poner morritos a los machos para recibir cariñosos besos en los labios.
me encanta! ;)
ResponderEliminarLola