“Algunos sueñan para escapar de la realidad.
Otros sueñan en cambiar la realidad para siempre”, con esta frase de
Soichiro Honda comienza el libro La
Economía Azul (Editorial Tusquets), del famoso empresario Gunter Pauli.
Toda una declaración de intenciones del belga, que desde hace años se ha
esforzado por compartir modelos de negocio prósperos, que a la vez se
encuentren en armonía con los ecosistemas.
La Economía
Azul surge a raíz de dos importantes acontecimientos en la vida de Pauli, por
un lado, tras el nacimiento de sus dos hijos, una reflexión cruza rápidamente
por su mente: quería dejarles un mundo en mejores condiciones que el que él
recibió de sus padres. Por otro lado, una amarga experiencia que le llevó a
aprender que la biodegradabilidad y renovabilidad del ingrediente de productos
de limpieza que su empresa, Ecover, producía con aceite de palma no equivalía a
sostenibilidad. El enorme aumento de la demanda de este ingrediente, que
sustituiría a los tensioactivos petroquímicos, provocó la tala indiscriminada
en Asia, que llevó, entre otras consecuencias negativas, a la trágica pérdida
de casi todo el hábitat del orangután.
Pero, ¿en qué
consiste la Economía Azul?. Principalmente en la adopción de una nueva
conciencia, principalmente por los empresarios, que buscan el bienestar
económico emulando los ecosistemas. No hace falta estar familiarizado con los
sistemas naturales, para saber que en ellos, no existe paro, ni crisis.
Lo primero que
tienen que saber estos empresarios de la Economía Azul, es que el nuestro es un
mundo regido por las predecibles leyes de la física. Por ello, debemos observar
los enormes resultados que obtiene la naturaleza haciendo uso de la física más
básica. Por ejemplo, la calefacción clásica de los invernaderos es muy costosa
energéticamente, ya que calienta todo el aire que rodea las plantas. Sin
embargo, en la naturaleza, la descomposición de restos vegetales almacenados
por hormigas y termitas calienta el suelo desde abajo, lo que incrementa la
ósmosis además de proteger las plantas de la congelación. Hoy en día, esta
alternativa más barata y respetuosa con el medio ambiente ha sido introducida
con éxito en Japón, donde además ha sido perfeccionada.
El siguiente
punto para alcanzar una economía sostenible es el tratamiento de los residuos.
Los residuos producidos por el hombre han aumentado enormemente en los últimos
años debido al crecimiento de la población y al derroche de producción y
consumo de energía. Hasta ahora, ha mandado la política de esconder, enterrar y
alejar dichos desechos, y pensar que el problema se ha solucionado. Sin
embargo, la Economía Azul se pregunta, ¿qué hace la naturaleza con los desechos
que produce? O mejor dicho ¿producen desechos los ecosistemas? En efecto, todo
ser vivo produce desechos, pero en la naturaleza los desechos de unos,
constituyen la materia prima de otros. Por lo tanto, el siguiente paso de
nuestro nuevo modelo económico es hacer que los desechos que producimos generen
valor, y constituyan la materia prima de producción de otros productos. Por
ejemplo, cuando tomamos un café, sólo aprovechamos el 0,2 % de la planta,
mientras que el resto se quema. Pronto surgió la idea de convertir la biomasa
vegetal desechada en un producto que proporcionara seguridad alimentaria,
cultivando sobre ella un hongo muy apreciado, la seta shiitake. Los cuerpos fructíferos se destinarían al consumo humano,
mientras que el micelio serviría para alimentar al ganado. Transformando la
pulpa de todas las plantaciones de café del mundo en alimento rico en
proteínas, tal como hacen los ecosistemas se generarían millones de puestos de
trabajo además de proporcionar seguridad alimentaria. Además se evitaría talar
los bosques y las selvas para cultivar dicho hongo.
Los escépticos
podrían argumentar que este modelo basado en los ecosistemas tiene nulas
posibilidades de prosperar, sin embargo, una mirada atenta a la naturaleza nos
demostrará que en ella imperan la abundancia y la diversidad, y cuanto mayores
son estas, más se puede conseguir con menos. Por ello, en los ejemplos
anteriormente expuestos, y todos los que aparecen en el libro, los empresarios
obtienen mucho con poca inversión material y energética. El flujo de nutrientes
y energía de una especie a otra en un ciclo continuo y dentro de un marco
delimitado por la física es manifiestamente aplicable en un contexto
industrial.
En definitiva,
este periodo de crisis, podría suponer una oportunidad para cambiar nuestro
modo de actuar y, la Economía Azul puede darnos las pautas necesarias para
realizar esa transición. Observando la naturaleza y apoyándonos en nuestra
imaginación y nuestra capacidad de innovar, podremos dejar un mundo en mejores
condiciones a los hijos de Gunter Pauli, y claro está, a los nuestros.
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