La mayoría de las ideas fundamentales de la ciencia son esencialmente sencillas y, por regla general pueden ser expresadas en un lenguaje comprensible para todos.
Albert Einstein.

La Economía Azul de Gunter Pauli


“Algunos sueñan para escapar de la realidad. Otros sueñan en cambiar la realidad para siempre”, con esta frase de Soichiro Honda comienza el libro La Economía Azul (Editorial Tusquets), del famoso empresario Gunter Pauli. Toda una declaración de intenciones del belga, que desde hace años se ha esforzado por compartir modelos de negocio prósperos, que a la vez se encuentren en armonía con los ecosistemas.
La Economía Azul surge a raíz de dos importantes acontecimientos en la vida de Pauli, por un lado, tras el nacimiento de sus dos hijos, una reflexión cruza rápidamente por su mente: quería dejarles un mundo en mejores condiciones que el que él recibió de sus padres. Por otro lado, una amarga experiencia que le llevó a aprender que la biodegradabilidad y renovabilidad del ingrediente de productos de limpieza que su empresa, Ecover, producía con aceite de palma no equivalía a sostenibilidad. El enorme aumento de la demanda de este ingrediente, que sustituiría a los tensioactivos petroquímicos, provocó la tala indiscriminada en Asia, que llevó, entre otras consecuencias negativas, a la trágica pérdida de casi todo el hábitat del orangután.
Pero, ¿en qué consiste la Economía Azul?. Principalmente en la adopción de una nueva conciencia, principalmente por los empresarios, que buscan el bienestar económico emulando los ecosistemas. No hace falta estar familiarizado con los sistemas naturales, para saber que en ellos, no existe paro, ni crisis.
Lo primero que tienen que saber estos empresarios de la Economía Azul, es que el nuestro es un mundo regido por las predecibles leyes de la física. Por ello, debemos observar los enormes resultados que obtiene la naturaleza haciendo uso de la física más básica. Por ejemplo, la calefacción clásica de los invernaderos es muy costosa energéticamente, ya que calienta todo el aire que rodea las plantas. Sin embargo, en la naturaleza, la descomposición de restos vegetales almacenados por hormigas y termitas calienta el suelo desde abajo, lo que incrementa la ósmosis además de proteger las plantas de la congelación. Hoy en día, esta alternativa más barata y respetuosa con el medio ambiente ha sido introducida con éxito en Japón, donde además ha sido perfeccionada.
El siguiente punto para alcanzar una economía sostenible es el tratamiento de los residuos. Los residuos producidos por el hombre han aumentado enormemente en los últimos años debido al crecimiento de la población y al derroche de producción y consumo de energía. Hasta ahora, ha mandado la política de esconder, enterrar y alejar dichos desechos, y pensar que el problema se ha solucionado. Sin embargo, la Economía Azul se pregunta, ¿qué hace la naturaleza con los desechos que produce? O mejor dicho ¿producen desechos los ecosistemas? En efecto, todo ser vivo produce desechos, pero en la naturaleza los desechos de unos, constituyen la materia prima de otros. Por lo tanto, el siguiente paso de nuestro nuevo modelo económico es hacer que los desechos que producimos generen valor, y constituyan la materia prima de producción de otros productos. Por ejemplo, cuando tomamos un café, sólo aprovechamos el 0,2 % de la planta, mientras que el resto se quema. Pronto surgió la idea de convertir la biomasa vegetal desechada en un producto que proporcionara seguridad alimentaria, cultivando sobre ella un hongo muy apreciado, la seta shiitake. Los cuerpos fructíferos se destinarían al consumo humano, mientras que el micelio serviría para alimentar al ganado. Transformando la pulpa de todas las plantaciones de café del mundo en alimento rico en proteínas, tal como hacen los ecosistemas se generarían millones de puestos de trabajo además de proporcionar seguridad alimentaria. Además se evitaría talar los bosques y las selvas para cultivar dicho hongo.
Los escépticos podrían argumentar que este modelo basado en los ecosistemas tiene nulas posibilidades de prosperar, sin embargo, una mirada atenta a la naturaleza nos demostrará que en ella imperan la abundancia y la diversidad, y cuanto mayores son estas, más se puede conseguir con menos. Por ello, en los ejemplos anteriormente expuestos, y todos los que aparecen en el libro, los empresarios obtienen mucho con poca inversión material y energética. El flujo de nutrientes y energía de una especie a otra en un ciclo continuo y dentro de un marco delimitado por la física es manifiestamente aplicable en un contexto industrial.
En definitiva, este periodo de crisis, podría suponer una oportunidad para cambiar nuestro modo de actuar y, la Economía Azul puede darnos las pautas necesarias para realizar esa transición. Observando la naturaleza y apoyándonos en nuestra imaginación y nuestra capacidad de innovar, podremos dejar un mundo en mejores condiciones a los hijos de Gunter Pauli, y claro está, a los nuestros.

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